viernes, 18 de abril de 2008

Archivos de baja calidad de un concierto de alta calidad


Creo que será una de esas cosas que en veinte años tendrá más valor que hoy.
Me preparé física, mental y musicalmente para ver a Incubus. Para procurar sinceridad he de hacer énfasis en que si bien admiraba su calidad técnica no era, ni soy, su más grande fanático por simples cuestiones de gusto. Así que tuve que hacer un recorrido histórico/auditivo por todos los álbumes para entonarme con la estridencia y la sutileza que se entremezcla en esos temas tan fabulosamente construidos. Pronto el gusto pasó de ser una simple admiración a una compenetración con la propuesta del grupo. Me enamoré de un tema magistral, pero como todas las cosas que traen amor consigo terminó por decepcionarme, porque no la tocaron.


¡Dios bendiga el llano! Que permite ir de acá para allá en cortos lapsos de tiempo, en mi país para ir de un lugar interesante a otro toca encarar escaladas hasta los 3.600 por carreteras angostas y peligrosas, pero no por la guerrilla, sino porque en un descuido puedes descender los mismos 3.600 metros en 10.4 segundos y dando tumbos. A Caracas llegamos en hora y media y recuerdo haber visto las luces de la ciudad desde lo alto y pensar “cuanta gente estará delinquiendo en estos momentos”. Pero bueno.

Me da vergüenza decir esto porque sé que muchos, y con justa razón, dirán lo que una vez dije yo de alguien que fue a ver a Roger Waters cuando yo no pude ir “¡Pero ese ni conoce las canciones!” Resultó que el público que podía ver desde las graderías enloqueció en un grito emocionado de un momento a otro. Yo saqué mi celular cual pistolero del viejo oeste para disparar una fotografía que plasmara para siempre en pixels la aparición de los hombres de incubus y disparé. Convencido de haber tomado la mejor de las fotos fui traído de vuelta a la tierra cuando me avisaron que aquel a quien había fotografiado era uno de los roadies del grupo. Descubrí que sabía tan poco que me tocó confirmar con un amigo el apellido del vocalista.

Me reivindique conmigo mismo cuando empezó el concierto y medio consiente medio inconsciente logré entonar al unísono los temas que creí no saberme. Aun estaba a la espera de canción deseada, esa que nunca llegó. Algo que aprendí al ver a Incubus es que de ahora en adelante deben saberme a verga las peticiones de mis amigos por recolectar basta información visual para hacerles participes posteriores de mi experiencia ya que entre grabar los movimientos de la banda y evitar los brazos de los fanáticos excitados me perdí la mitad del concierto, mitad del concierto que nunca volverá porque todo lo que grabé no hace meritos, en mis fotos y videos sale incubus, pero el que quiera decir que no es incubus sino la sonora matancera lo podrá hacer porque esas imágenes no prueban nada más aparte de que mi celular es una porquería.

Yo me gocé el concierto como pocas veces me he gozado cosas, “!hey megalomaniac, you´re not jesus!” la imponencia de Brandon Boy convulsionando en cada tema en un mundo musical que solo él y cualquiera que sea la droga que haya consumido podían entender era una experiencia extrasensorial, además que estaba muy cerca y podía detallar todo cuanto pasaba, muy a diferencia de cuando vi a Soda Stereo en vivo y en pantalla gigante, no podría asegurar que aquel en el escenario era Cerati.

Un amigo dijo que el concierto tuvo muchas fallas de sonido y que el guitarrista se peló casi todos los solos que le tocaban. Yo le creo, tiene más oído técnico que yo, pero eso a mí no me importa, siempre vivo la música en el aspecto emocional y siento que estuvo muy bueno. A mí no me indignó que no hubiera cerveza ni que el concierto durara no más hora y media, de hecho me parece el tiempo preciso, a menos que fuera Pink Floyd a quienes demandaría por fraude si el concierto no pasara de las cinco horas. A mí lo que no me gustó es que no hayan tocado Talk Shows on mute. Punto.

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