miércoles, 13 de febrero de 2008

PandaComplot Presenta:


De aquellos días recuerdo casi todo, mi memoria sigue anclada en ese cielo de seis de la tarde cuando las nubes dibujaban un amarillo, azul y rojo como nunca antes los había visto. El sonido zizeante de las olas, el viento poderoso levantando la arena y las indescifrables palabras de las únicas personas con las que en realidad hubiese querido estar allí y entonces.
La lentitud de mis conexiones cerebrales haciendo mella en mi capacidad de reacción hacían pasar por alto las pequeñeces que me hubiesen alejado de la posibilidad de captar casi fotográficamente los paisajes más entretenidos que la naturaleza nos pudiera regalar.
Luego cayó la oscuridad y ella y yo nos tendimos sobre la arena, jamás supondría un plan romántico con aquella mujer, tenía entre sus manos aun el corazón de un ser que por negligente había perdido su respeto y comprensión, y mi conciencia le debía a ese fulano más de la mitad de toda la gloria que como ser vivo alguien como yo hubiese podido lograr.
Solo la luz de la luna me le regalo a ella unos instantes de sublime belleza y erotismo donde por primera y única vez hasta el segundo en que se relatan estos hechos, mis ojos se apoderaron del sistema para no permitirle cavilar más allá de lo real y lo evidente. Así que su piel morena reflejando con exactitud los rayos azules de una luna en cuarto menguante supieron darme delicias graficas que me pertenecen solo a mí como no muchas cosas más.
De momentos indescriptibles como ese se entretejen los más sanos recuerdos de etapas probablemente muertas, de sitios y personas que con seguridad algún día volverán pero que ya nunca serán los mismos. De ideas de libertad y grandeza que como era de esperarse no fueron nunca nada más que ideas, porque para eso nacían, para no ser más que ilusiones que alimentaban los días, para solo sonrojar un poco las mejillas y liberar corriente de desenfreno a través de la espalda, para morir justamente cuando llegaban a tocar la mente lúcida, para ser transportadas y sepultadas en el mas inhóspito recuerdo junto a la realidad, que como buen fantasma nunca se ha ido.
Eran finales de septiembre y el día se encendía y palidecía con la facilidad de un caprichoso querer. No nos hacia mella en realidad, dábamos el todo por el todo, una sonrisa que nos tomaba un segundo por capturar duraba horas interminables haciéndose magia.
Las horas que recuerdo hoy por hoy con más felicidad se sobrellevaron lanzando un disco azul y contemplando con los ojos rojos el horizonte. Cuán difícil resulta para todos ahora comprender que solo la paz y el desapego de las ansias de lo material nos inscribieron en un tren de cuatro asientos hacia una aventura que después de mucho analizarlo fuera de ella, de aventura, no tuvo mucho.


Fragmento, la verdadera necesidad.

2 comentarios:

:) dijo...

se te olvidaron los peces q nunca se ven pero q estoy segura q estaban ahi jejeje

Julio dijo...

Rolo de traba hermano! Jaja!